"La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca."
Heinrich Heine (1797-1856) Poeta alemán.
Qué cursilería
Recién entré de nuevo en este rincón virtual. Hice un par de "clicks" y me escuché a mí mismo leyendo un poema... ¡Dios qué vaina tan cursi!
Apenas si soy capaz de reconocer la autoría de semejante documento auditivo con una música de fondo que, de todas todas, era para cortarse las venas y rasgarse las vestiduras con un acceso de llanto desbocado. Podría alegar que estaba bajo los efectos de una gran ingesta de alcohol (o de alguna droga extraña) cuando hice semejante grabación o que estaba "depre" o enamorado (esas son las 3 mejores excusas para nuestros actos irracionales); pero serían palabras vanas, simples pretextos para ocultar la verdad de la cursilería intrínseca que me resulta inherente y con la que me he torturado a mí mismo toda la vida. Es terrible escribir cuatro pendejadas, leerlas al día siguiente (o a los dos días) y darte cuenta de que son una "babosada" . Pero bueno, digamos que "me atreví y punto". A estas alturas de la vida me he dado cuenta de que es mejor arrepentirse de lo que "hice sin pensar" que de lo que "nunca hice y ya es tarde para hacer".
Hablando de todo un poco, Lucecita se despidió hoy de todos en el canal. Ya no va a estar más tiempo como pasante entre nosotros. Su sonrisa era triste, igual se reía mientras se despedía. Cualquiera diría que eso de recitar poemas cursis (y exhibirlos públicamente) y de reírse cuando uno está triste es cosa de locos.
Acuario.-
Caracas, 18 de enero de 2007.-
PD.- Saqué otro cuento de la mochila de 1996. Se llama "Cadáveres", pero no creo que alguien pueda calificarlo como un cuento de horror... para nada.